jueves, 26 de febrero de 2009

SOPA DE COCIDO TOSTADA

Entre mis libros de cocina tiene un sitio de honor “El Practicón” de Ángel Muro, en la vigesimosexta edición, de 1913.
Dice ser “tratado completo de cocina al alcance de todos y aprovechamiento de sobras”.
Esta edición, aumentada, tiene un apéndice que habla del cocido ó puchero (sic).
Dice:
“En general, en las casas de España, se pone todos los días puchero, aunque en algunas solo se haga el condimento, dos ó tres veces por semana. En este caso, y por la costumbre que tenemos, de comer de preferencia las sopas hechas con caldo, el puchero ha de ser copioso, con objeto de que sobre para uno ó más días………”


Será por eso, o por atavismo, que del cocido siempre hay sobras.
Aunque ya no hay cocido a diario (Hasta hace poco en el medio rural, seguía habiéndolo y es probable que aún quede esa costumbre en algunas familias), no conozco a nadie que no lo prepare al menos una o dos veces al mes. ¿Los lunes?.
E, invariablemente, sobra. Una pizca; pero sobra. ¿Qué hacer con ellas?. Esta vez me he decidido por una “sopa de cocido tostada”.
Sobraron del último cocido como tres tazas de caldo, un cazo de garbanzos, algo de verdura y trocitos sueltos de jarrete de ternera, chorizo, morcilla, gallina y tocino (también llamados principios).
Se pican finitos los principios (Trozos de carne). En una fuente de horno se colocan los garbanzos, la carne y las verduras procurando que queden homogéneos. Se hacen las sopas (rebanadas de pan muy finas y que quedan estupendas en el cortafiambres) y se colocan solapadas encima a modo de las escamas de un pez. Se echa por encima el caldo procurando que empape todo el pan. Se mete en el horno suave para que se caliente y se remata con un golpe fuerte de grill para que se dore. Al estar empapados no hay riesgo de que se queme.


Esta forma de presentar el cocido nos la pusieron como tapa en una cafetería de la zona moderna de Salamanca. Va bien como aperitivo para antes de comer o como un primer plato.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Una vez, en casa de mi abuela cené una cosa extrañísima. Era informe y repugnante a la vista. Pero, bueno, uno es potinguero y se come lo que sea sin mayor miramiento.

Tras esa copiosa comida, pregunté que era. Se trataba del puchero (aquí llamamos así al cocido) que había sobrado del mediodía. Tal y como había salido de la nevera fue a parar a la sartén para freirlo.

Pero eso fue en ca la abuela. En casa, como tenemos cuatro perros, nueve ocas, dos patos, un americano, cuatro o cinco perdices y como cincuenta pajaricos, no hay sobras orgánicas.

Valdomicer dijo...

Ya. Y mi madre siempre ha dicho "Antes a mi cintura que a la basura".

Perol y Mortero dijo...

Lo que yo daría por tener ese libro.

Esta receta, vamos, pa no dejar gota. Que rica por Dios.

Y tengo que decirte que yo tengo el mismo lema que tu madre. Vamos que sí.

Un abrazo y gracias por tu visita a mi blog.

Valdomicer dijo...

Cocina mía:
Gracias por visitarme, gracias por incluírme en tus favoritos y gracias por hacerte seguidora de mi blog.
El libro se lo puedes pedir a tu librero dándole esta información: ISBN 847223813X.
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Tita dijo...

Si no sobrara cocido ¡qué frustración! Lo feliz que me hace saber que tengo un taper de cocido congelado en la nevera para un día cualquiera, así, tener un cocidito sin haber puesto la olla ni nada.

Este plato cae, ya te lo digo. Y el libro, también.